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Volumen 72 Nº3 / Diciembre 2020

Dr. Julio Matute, jefe Unidad de Emergencia HBLT: “Nuestros protocolos fueron un aporte para enfrentar el Covid-19”

Médico especialista detalló la labor desarrollada por su servicio durante el inicio de la pandemia más compleja que ha enfrentado nuestro país.

Por Patricio Alegre Aros

Mucho antes que el país reaccionara a los primeros casos de Covid-19, la Unidad de Emergencia del Hospital Barros Luco ya contaba a nivel interno con un primer protocolo ante el Covid-19, puesto en marcha por su propio equipo de profesionales para enfrentar la pandemia.

Dicho esfuerzo, pionero en su tipo en Chile, tuvo a la cabeza al Dr. Julio Matute Miranda, trabajo que incluso fue destacado por distintas agencias de noticias internacionales y medios nacionales, que registraron en fotografías, su entrega y humanidad en la atención a los primeros pacientes afectados por coronavirus en el país.

Es así que la Unidad de Emergencia del Hospital Barros Luco, cuenta no solo con el primer protocolo puesto en práctica en Chile y posteriormente validado por las autoridades, sino también con una aplicación para móviles para humanizar la salud, sumado a una estrategia que integra al recinto en su conjunto en la atención de los pacientes. Falmed conversó con el Dr. Julio Matute para conocer su experiencia y su punto de vista sobre este proceso y reconocer aquellas acciones fundamentales para la buena práctica médica.

¿Cuáles fueron los principales desafíos que debió enfrentar en el inicio de la pandemia de Covid-19 como jefe de la Unidad de Emergencia del hospital Barros Luco ?

Lo primero fue reorganizar la atención de nuestra unidad de altísima complejidad, ante un escenario desconocido de tipo infeccioso. Revisamos cada procedimiento y conocimiento médico, analizamos las pautas que nos llegaban desde diversas partes del mundo, que muchas veces respondían a realidades muy distintas. Fueron conocimientos que con el avance de la pandemia fuimos confirmando y aprendiendo. Actuamos siempre con toda la evidencia científica ante la enfermedad y adoptamos todas las precauciones y los cuidados como personal de salud, para evitar contagiarnos y afectar a más personas. El desafío era no solo no interrumpir la atención de otros pacientes, sino que también, protocolizar la atención de los casos sospechosos y los pacientes confirmados por coronavirus, aspecto logrado de manera destacada por nuestro equipo, lo que nos tiene muy conformes.

¿Cuáles fueron las medidas de seguridad más importantes que debieron tomar desde el primer minuto?

Lo primero fue diferenciar y aislar a los pacientes con sospecha de Covid-19 y también a los que resultaron confirmados, los que caminaron por un flujo de ingreso diferente a los no Covid-19 y los funcionarios. Con ello buscamos evitar contagios al interior de la unidad. A ello se sumó la definición con evidencia científica del uso de Equipos de Protección Personal (EPP), dependiendo del nivel de exposición, para pasar a un uso completo en toda la unidad.

¿Cuáles fueron las principales barreras de adaptación?

Yo creo que en una etapa muy inicial, fue el miedo ante lo desconocido. Hubo gente que comenzó a leer y difundir información no verificada científicamente, lo que en un comienzo dificultó continuar las directrices iniciales. Al principio hubo incluso personas en Chile que decían que el coronavirus no existía, y eso originó que algunos pacientes no acataran los aislamientos y las sospechas.

¿Cuáles fueron las decisiones más complejas?

Lo más complicado fue respecto del tipo de EPP que debía utilizar el personal y de soporte ventilatorio que podían usar esas personas. Lo que estaba dado por la confusión inicial ante una patología nueva y desconocida.

¿Qué decisiones de organización fueron las más acertadas?

Yo creo que lo más acertado fue generar nuestros propios protocolos internos de manera inicial en el país, siendo un aporte como equipo conforme avanzaba la enfermedad. En dichos documentos consignamos desde cómo tratar al paciente, qué EPP utilizar y qué flujo debían continuar los pacientes. Todo ello fue un trabajo bien interesante, que surgió en nuestro hospital y que fue marcando la pauta, ya que conforme fue pasando el tiempo, eran las directrices que iban naciendo desde el nivel central.

¿Cómo fue en el detalle la generación de estos primeros protocolos pioneros en el enfrentamiento de la enfermedad en el país?

El primer protocolo Covid-19 como Unidad de Emergencia del Hospital Barros Luco que hicimos está fechado en febrero del presente año, donde ya dispusimos qué es lo qué se hace ante un paciente Covid-19. A partir de ese primer documento nuestro, salieron posteriormente los protocolos de acción. Dicho documento tiene varios capítulos destacados. Por ejemplo, cómo manejar un paciente con sospecha de Covid-19, qué hacer con un paciente con sospecha de Covid-19 con presión negativa, entre otros. Incluso creamos cajas de intubación de plásticos transparentes (llamadas aerosol box) con medidas de protección, que fueron iniciativas muy útiles para atender a nuestros pacientes más graves.

¿Qué fue lo más complicado de aprender?

Creo que fue cómo y cuándo utilizar las EPP, lo que se produjo más por miedo o desconocimiento. Muchas veces nos protegíamos del paciente con todas las EPP disponibles y luego en la sala de estar nos reunimos como si no existiera pandemia. Eso gatilló que mucha gente se fuera como contacto estrecho.

¿Cree usted que pueda aumentar la judicialización una vez concluida la pandemia?

La judicialización es un fenómeno cada vez más recurrente. Sin embargo, me tiene muy tranquilo que en el caso nuestro, se actuó bajo guías y normas que nosotros mismos impusimos y que fueron confirmadas por las autoridades. Además, antes de la llegada de la pandemia, nuestro hospital ya estaba en una campaña de humanización hacia el paciente, basada en ocho pilares fundamentales. Estos se enfocan en la Unidad de Emergencia, e integran la creación de herramientas informáticas, para que los funcionarios puedan conocer más y mejor a los pacientes. Luchamos por tener una infraestructura amigable para nuestros enfermos, salas de duelo que ya estaban antes de la pandemia, además de generar visitas para familiares de pacientes, lo que gatilló atenciones virtuales, telefónicas y presenciales en caso que fuera posible para nuestros enfermos más graves. Asimismo, se creó el vínculo de todo nuestro hospital con la Urgencia, que sería un punto que yo destacaría.

Tengo entendido que eso dio paso incluso a la creación de una aplicación móvil…

Sí. Eso permitió dar vida a la aplicación App Urgencia HBLT, donde están todas las pautas y guías que se crearon. Esa aplicación fue generada antes de la pandemia y ya la estamos adaptando con los protocolos del Covid-19.

¿Cuál ha sido la principal enseñanza y lo que rescataría de lo vivido?

Para los médicos, creo que lo principal es que no podemos bajar la guardia ante las infecciones intrahospitalarias. Que se debe seguir insistiendo en la importancia de las recomendaciones de seguridad hacia los pacientes, y adoptar todas las medidas de protección. Por eso es importante que todos los funcionarios tengan los cursos correspondientes. Lo otro relevante es la protocolización inicial, el trabajo en equipo y el funcionamiento no solo como una unidad, sino como un complejo hospitalario donde todos los servicios interactúan. Finalmente, destaco la necesidad de avanzar en telemedicina, que es el presente y futuro de nuestra profesión. Mediante ese sistema, podemos apoyar a otros recintos que no tienen algunas especialidades y a su vez, llevar a todos los rincones de Chile más y mejor salud.

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