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Desafíos para una salud intercultural en el Chile actual

El país discute una nueva Constitución, estableciendo una oportunidad única para replantearse qué entendemos sobre las dimensiones que se conjugan para una salud con pertinencia cultural, y qué definiciones precisas facilitarán un diálogo que sea fructífero para todos los pueblos de Chile.

Por Dr. Jorge Lastra T., Director Área Docencia.
Nuestro país se encuentra en un profundo proceso de revisión de su Constitución y dos de los tantos temas que aparecen en el horizonte de cambios impostergables son, en primer lugar, la definición de la nación o su caracterización, considerando las demandas de los pueblos originales o primeras naciones y la necesidad de toda la población de resolver la integración de esas otras naciones a la nueva Constitución. La segunda demanda urgente está en el derecho a la salud, cuestión que ha sido declarada prioritaria por la mayoría de la población y expresada en las consultas realizadas a través de cabildos ciudadanos durante el proceso de debate constitucional implementado por el gobierno de Michelle Bachelet y en el plebiscito de las municipalidades sobre las prioridades sociales durante el estallido social.

La combinación de estas dos demandas confluye en la atención en salud con pertinencia cultural, que dice relación con ambos aspectos, la suma de los pueblos originarios en el desarrollo de un modelo de atención en salud, que sea capaz de integrar, complementar y/o reemplazar una medicina u otra, dependiendo de lo que resulte sanitaria y culturalmente adecuado a las necesidades integrales de los y las pacientes al solicitar atención.

Para avanzar en este proceso de interculturalidad, lo primero que se requiere es conocer los alcances y el sentido de la práctica médica de los pueblos originarios, que recibe por denominación Medicina Tradicional, pues corresponde a las tradiciones de salud autóctonas del mundo, fruto del conjunto de conocimientos y prácticas sobre la salud de los distintos pueblos y que en la actualidad se puede haber mezclado con elementos de distintos orígenes.

En nuestro país, que reconoce nueve pueblos originarios, cada uno de ellos tiene su propio desarrollo en la materia médica y su noción respecto de la salud y el cuidado de ella. Cada una de estas se ha estudiado y conocido para incorporar distintas prácticas de estos sistemas médicos a la medicina oficial. Sin embargo, el camino de la incorporación de nociones de cuidados y la comprensión de la salud de estas medicinas tradicionales han resultado más difícil y se ha recogido menos de ellas. Un ejemplo de esta perspectiva médica originaria, por ejemplo, se ve en cómo ella mira la relación de la salud con aspectos emocionales, familiares, relaciones, sociales e incluso existenciales. Todas estas consideraciones han sido rescatado en menor medida desde nuestro sistema de salud.

La dificultad de integrar estos aspectos más simbólicos, de sentido, de la medicina tradicional, es explicada muy bien por el equipo  de la Universidad de La Frontera y del Servicio de Salud Araucanía, que señala que estas medicinas se mueven en dos dimensiones, la primera conceptual y la segunda práctica. Ellos describen esta doble vertiente de la medicina tradicional de la siguiente forma: “… una cognitiva que sintetiza el mundo simbólico de las personas, sus pensamientos, conocimientos y creencias adquiridas a través del aprendizaje…; y una dimensión material, que corresponde a cómo lo simbólico se manifiesta en conductas, prácticas, artefactos culturales y normas de relación social entre las personas. En el contexto de salud, estas dos dimensiones de la cultura, la cognitiva y material se articulan en un modelo médico que otorga consistencia a cómo pacientes y profesionales se explican el fenómeno de salud y enfermedad, y a las prácticas o procedimientos con que se enfrentan los procesos de recuperación y mantención de la salud.” (Alarcon, Vidal y Neira, 2003)[i].

Esta doble dimensión es la que la pertinencia cultural debe contemplar. Así como, por ejemplo, la dimensión práctica ha integrado el uso de la medicina herbolaria, también debe ser capaz de recorrer el mundo de sentidos y significados de esas concepciones, incorporando un modelo que hable de esas cosas. A partir de la mirada integral de las personas, que los lleva a considerar el contexto donde vive, con quienes habita, el tipo de vida y de relación que tiene con su entorno, propios del sentido que tiene los procesos de salud y enfermedad de la mirada tradicional. De esta forma, es que se consideran las necesidades emocionales, culturales, sociales y espirituales, y que de recogerse por parte de los hospitales, debiera considerarse en el acompañamiento de la familia, el tipo de alimentos a proveer, los horarios de las rutinas, la sintonia de género, etc. Tantos aspectos que la producción masiva de servicios pasan por alto.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud dice respecto de la medicina tradicional, que: “Es la suma total de los conocimientos, capacidades y prácticas basados en las teorías, creencias y experiencias propias de diferentes culturas, bien sean explicables o no, utilizadas para mantener la salud y prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas y mentales” (OMS, 2013)[ii]; y que ha tenido un sostenido aumento del interés, por lo que ha puesto su preocupación en que los Estados miembros presten apoyo a su población para que puedan tomar sus decisiones con conocimiento de causa y junto con facilitar la integración de la medicina tradicional en los sistemas de salud, mediante su apoyo al desarrollo de políticas nacionales, considera que estas deben contemplar la elaboración y el establecimiento de normas, directrices técnicas y metodologías relativas a la investigación de productos, prácticas y profesionales.

En el plan de trabajo por incorporar la atención con pertinencia cultural, o dicho de otra forma, en el desarrollo de la salud intercultural, nuestro país tiene una historia reciente; solo a partir de la vuelta a la democracia se han desarrollado iniciativas institucionales para establecer una relación entre el Estado y sus instituciones, con los pueblos originarios, en materias de salud.

Si bien han existido estudios parciales de profesionales de la antropología y de las ciencias botánicas que han constituido un valioso aporte, estos han permanecido en el ámbito de sus especialidades. Por ello, en este artículo consideraremos fundamentalmente los programas estatales de promoción de la inteculturalidad. El primero de ellos, en la vuelta a la democracia, fue el PROMAP o Programa Mapuche (1992), que se concentró en la novena región, y que creó las ‘oficinas Amuldungun’ donde se formaliza el rol de ‘facilitador cultural’, con el fin de favorecer la relación de los funcionarios públicos de salud y la población de pueblos originarios. Después, con el fin de ampliar la extensión del programa dirigido a abordar el tema de salud en todos los pueblos indígenas de Chile, surgió el PESPI o Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (1996).[iii] Junto con estos programas, surgen experiencias locales de asistencia médica intercultural, como fue el Hospital Makewe, donde se vive una notable experiencia, con la inserción de Machis al interior del recinto y luego, en “1999, este hospital pasa a manos de la organización comunitaria "Asociación Indígena para la Salud Maquehue-Pelale", como resultado lógico de un proceso de participación y autogestión de la comunidad para asegurar su funcionamiento.” (MINSAL, s/f)[iv]

Por otra parte, a comienzos de la década del 2000, surgió el Programa Orígenes, que en el ámbito de salud se planteó: desarrollar modelos interculturales de atención y gestión para mejorar la calidad, sensibilidad y pertinencia cultural de servicios de salud en territorio indígena; fortalecer la medicina indígena; y mejorar el acceso y capacidad resolutiva de la red de servicios interculturales. De esto mismo derivó, otra normativa que se encuentra vigente a la fecha, la norma que determina la necesidad de formular políticas que incorporen el enfoque intercultural a los programas de salud y que define orientaciones para los servicios de salud en materia de pertinencia cultural e interculturalidad. Se trata de la Norma General Administrativa N°16.[v] 

Otra iniciativa que también ha recibido críticas, pero que indudablemente representa un avance al poner al sistema en la tarea de dar contexto a acciones de búsqueda de interculturalidad, se enmarcó en la labor desarrollada por la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato que creó el Gobierno del Presidente Lagos en 2001. A partir de este trabajo, se estableció un equipo técnico, cuya labor se ha desarrollado en torno a los siguientes objetivos:

  1. a) elaborar propuestas respecto de la protección de la medicina indígena y la promoción de su eficacia, calidad y seguridad;
  2. b) elaborar y consensuar propuestas con respecto a la relación de la medicina indígena como parte del patrimonio cultural indígena y la protección de la propiedad intelectual sobre estos conocimientos;
  3. c) elaborar propuestas en relación con la medicina indígena y su relación con la protección de la diversidad biológica;
  4. d) contribuir a fortalecer la práctica de la medicina indígena a través de la formulación de propuestas que propendan a la recuperación de prácticas, sostenibilidad y reproducción del conocimiento indígena en salud;
  5. e) establecer propuestas para definir el aporte de la medicina indígena a la provisión de servicios y a la promoción de la salud;
  6. f) definir una agenda de desarrollo de las propuestas de mediano plazo, en los planos técnico, normativo y legal, según corresponda.

Sin embargo, la mirada de los expertos sigue siendo crítica, y manifiesta reparos, interrogantes y desafíos, en relación con la necesidad de hacer definiciones precisas respecto de lo que se entiende por interculturalidad, cuáles son los alcances de los procesos de integración, complementación o sustitución, lo que demanda niveles mayores de conocimientos, de parte de la medicina declarada oficial, respecto de la medicina tradicional, para generar efectivamente un diálogo que sea fructífero para la salud integral de todos los pueblos de Chile. (Manríquez, Lagos, Rebolledo y Figueroa, 2018).[vi]

Por eso, es muy importante rescatar la siguiente cita, que representa adecuadamente el desafío que queremos plantear en esta particular coyuntura de nuestro país y que propone no solo la convivencia de diversas culturas médicas, sino que la búsqueda de una sinergia que potencie las posibilidades de las acciones al cuidado de la salud: “El modelo intercultural en salud no debería limitarse, por tanto, a tener dos culturas, coexistiendo en un mismo espacio geográfico. Una aproximación de este tipo, más bien responde a un modelo multicultural de la salud, que permitiendo el funcionamiento de dos sistemas paralelos, no genera un complemento entre ambos. Los desafíos bidireccionales de un modelo de salud intercultural podrían brindar la oportunidad, tanto para promover la formación de futuros profesionales de la salud que se desempeñarán en contextos de diversidad cultural, como para un intercambio de conocimientos y métodos, susceptibles de ser sometidos al rigor científico.” (Pacheco Huaiquifil, Carlos y Osses Bustingorry, Sonia, 2017) [vii] .

Bibliografía 

[i] Ana M Alarcón M., Aldo Vidal H., Jaime Neira Rozas (2003), Salud intercultural: elementos para la construcción de sus bases conceptuales, Rev Méd Chile; Vol., 131: 1061-1065

[ii] OMS (2013), Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional, 2014 – 2023.

[iii] Bibloteca del Congreso Nacional de Chile, Asesoría Técnica Parlamentaria, 2019; Políticas de Salud Intercultural en Chile Desde el PROMAP (1992) hasta la normativa vigente en la actualidad.

[iv] Ministerio de Salud (s/f) , Historia Hospital Makewe, Biblioteca Ministerio de Salud, “Dr. Bogoslav Juricic Turina”

[v] Ministerior de Salud (2006),  Norma General Administrativa N°16, Interculturalidad en los Servicios De Salud, Res. Ex. N° 261.

[vi] Manríquez, Mónica, Lagos, Cristián, Rebolledo, Jame y Figueroa, Verónica (2018), Salud intercultural en Chile: Desarrollo histórico y desafíos actuales, Revista de Salud Pública. 20 (6): 759-763.

[vii] Pacheco Huaiquifil, Carlos y Osses Bustingorry, Sonia, 2017, Desafíos del Modelo de Salud Intercultural: desde la coexistencia geográfica al diálogo científico, Cartas al edito, Revista Médica de Chile; 145: 1631-1636

 

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