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Dr. Manuel Parra, psiquiatra:

“Para erradicar la violencia, debe haber una mirada sistémica”

Especialista en salud ocupacional y ambientes de trabajo saludables, participante de la comisión de Salud Mental del Colmed, el Dr. Manuel Parra conversó con el boletín electrónico de Falmed, Gaceta Falmed, sobre el fenómeno de la violencia en salud. Acá nos expresa por qué considera que no basta una mirada punitiva para abordar la violencia, y llama a escuchar a la experiencia de los equipos.

Martes 23 de agosto de 2022

Entrevista: Mariela Fu, Jefa Docencia

 Desde su punto de vista como psiquiatra, ¿cómo se puede explicar que los trabajadores de la salud se encuentren entre los trabajadores con mayor riesgo de recibir actos violentos?

 Yo descarto la posibilidad de contestar a partir de la psiquiatría, pero sí desde la salud ocupacional, desde el trabajo que yo he hecho, en la violencia, en el trabajo. Bueno, son problemas que acompañan al mundo del trabajo desde muy antiguo. Las personas que ejercemos el ejercicio de la medicina convivimos con la violencia en distintos espacios, y las explicaciones hay que buscarlas más allá de lo biológico.

 Todas las especialidades médicas tenemos la obligación de mirar más allá de lo biológico, más allá de nuestras especialidades. Debemos mirar desde el contexto de determinantes sociales de la salud y comprender el rol que ha jugado la violencia como forma de relacionarse en el mundo social.

 Entonces, desde la óptica de los fenómenos de salud laboral, ¿cómo entendemos que los trabajadores de la salud estén más expuestos que otras profesiones?

 La violencia puede estallar fácilmente en profesiones y oficios que tienen contacto frecuente, reiterado, con personas que van cambiando; es decir, en los trabajos de servicios. Donde quiera que hay contacto con personas, siempre tenemos que estar atentos a que puede generarse formas de violencia, particularmente en trabajos de servicios de alta necesidad. Por eso es tan importante tener eso conocido, regulado, vigilado, normado, de manera que las relaciones sean lo más civilizadas posibles.

En el mismo sentido, la Ley de Consultorio Seguro, cuyo foco es aumentar las penas a quienes agreden a médicos y profesores, ¿podría desincentivar actos de violencia?

Pongámonos en el lugar de dos sujetos agresivos, que han pasado por la vida agrediendo en el colegio, a sus parejas, en la calle, y un día, uno agrede a alguien en el banco y otro a un médico en un consultorio. Y el resultado es una fractura de mandíbula en ambos casos. Yo esperaría que el castigo sea idéntico.

Cuando tenemos un acto de violencia debería bastar un hecho para activar todos los mecanismos de defensa, todos los preventivos, todas las sanciones que correspondan. Pienso que esto hay que mirarlo de forma sistémica, no sirve que en algunos espacios haya que contenerse más que en otros, o que en algunos espacios sea posible contenerse menos porque la sanción es menor. Lo que ayuda verdaderamente, tal como lo plantea el Convenio 190 de la OIT, el ideal de erradicación de la violencia en el trabajo debemos mirarlo de forma sistémica, debe haber congruencia en todos los espacios. No digo que el castigo no sirva, pero se tiene que mirar esto integralmente.

Según las estadísticas de Falmed, pese a que las cifras de agresiones aumentan, son pocos los que denuncian las situaciones de violencia. Denunciar al paciente o a la familia, y luego tener que verlo o atenderlo como parte de su trabajo diario, debe ser complejo. ¿Qué reflexión tiene usted al respecto?

Yo no estoy seguro de que en la Urgencia haya cambiado mucho la situación, si las cifras han aumentado, no lo sé. Una de las habilidades del equipo de urgencias, es poder bajar las situaciones de violencia y, por ende, se han implementado muchas medidas y los equipos reciben una suerte como de enseñanza transmitida por equipos más viejos respecto de cómo manejar las situaciones, que son siempre tensas, pues cada persona que llega a una urgencia cree que la suya es más importante que todas las otras. Nadie llega a una Urgencia pensando en que se va a poner a la fila detrás de las urgencias principales. Es esperable que en una situación de urgencia cada persona que está ahí esté pensando que lo suyo es lo más importante y frente a eso hay que saber manejar el conflicto que puede estallar. Y yo creo que los equipos de urgencias tienen esas habilidades.

Si a mí me preguntaran qué hay que hacer ahí, yo diría que primero hay que preguntarles a los equipos que saben lo que hay que hacer y eso lo formalizaría, para partir de la propia experiencia que tenemos. Ahora, saliendo de las urgencias, yendo a otros espacios del trabajo clínico, da la impresión que en algunos ámbitos geográficos de la atención primaria ha habido un aumento de exposición a violencia. En algunos lugares -yo le hablo de varias décadas atrás- o espacios geográficos del país urbanos y rurales, en que los equipos hemos aprendido a trabajar con situaciones de alta violencia extrema, donde muchas veces la violencia no es contra nosotros… ¿por qué motivo un sujeto agresivo, que golpea a su familia, esposa, hijos, que amenaza a sus vecinos, cambiaría sus pautas de conducta a la hora de acompañarles a un centro de salud? Yo no veo motivo. Entonces, si eso ha aumentado o no, depende del área geográfica, y de nuevo allí sirve la experiencia y escuchar la vivencia de los equipos.

A ver si lo estoy entendiendo bien. Una persona, que en un determinado contexto es violento, no tengo por qué esperar que en otro no lo sea. Pero si se produce al revés, una persona que una no esperaría que fuera violenta, ¿no se dan situaciones o condiciones para que sí lo sea? Por ejemplo, muchas horas de espera, miedo a lo que le pase a su familiar, mucho estrés…

Bueno, la persona se va a molestar y entonces lo que tenemos que aprender y lo que sabemos hacer -porque es lo que los médicos y médicas hacemos- es tener conversaciones serias donde intercambiamos entre personas adultas las razones de esto, la comprensibilidad de la queja, el derecho a plantear la queja y a que no se repita el hecho. Eso yo no lo llamo violencia. Lo que sí he escuchado que comentan colegas que han notado que hay personas que están menos dispuestas a sostener una discusión verbal y sí a pasar rápido a la agresión verbal. Pero yo no lo justificaría en tema de necesidades y de demandas insatisfechas. Por eso yo insisto en lo sistémico del abordaje de la violencia. Si no es sistémica, no nos sirve. Si se comporta en forma agresiva en su casa, después en el transporte público, y en varios lados, no veo el motivo por el cual, por el hecho de que esté en la urgencia o en otro lugar, vaya a cambiar su conducta. Las medidas preventivas tienen que tomarse obviamente antes que ocurra el hecho.

En ese sentido, ¿cuáles considera usted que deberían ser esas medidas preventivas?

El año pasado participé bien activamente en el departamento trabajo médico, sobre el tema de “Dignidad del trabajo médico”, donde uno de los temas que tiene que ver con el desmoronamiento, por decirlo así, o el ataque lento y progresivo que recibimos a la dignidad de nuestro trabajo, tiene que ver justamente con maltratos que recibimos por todas partes. Una de las cosas que nos mostró el trabajo realizado durante el año 2021 es la importancia de escuchar la experiencia de las y los colegas. Es decir, una primera cosa que yo haría si me dijeran “ahí hay que hacer un plan nacional de prevención de la violencia en el trabajo médico”, yo diría que es mejor primero que nos escuchemos nosotros, qué nos ocurre, cómo lo hacemos. Nosotros los médicos somos en general bien resilientes porque llevamos muchos años conviviendo con situaciones de alta violencia, porque en primer lugar es la violencia que observamos en los grupos que atendemos. Muchas veces somos tercera parte que no nos afecta, no somos generalmente el blanco de los ataques, y uno termina endureciendo el cuero. Y ese factor termina ayudándonos a implementar cosas que nos ayudan a protegernos.

¿Cuáles debiesen ser las recomendaciones para los médicos y médicas eviten que esto termine naturalizándose? Tomando en cuenta que pareciera que la violencia estuviera en todos lados, es decir, no sólo en salud.

Por ejemplo, y como primer punto, me parece muy bueno que la directiva del Colmed esté atenta a este tema. Dos, como gremio debemos apoyar que se fomente el convenio 190 de la OIT. Tercero, difundir ese convenio, que la gente entienda para qué sirve y entenderlo como un piso para mejorar. Y a partir de ese convenio, discutir las normativas que tenemos en los distintos ámbitos para mejorarlas.

Todo eso es una labor donde el Colegio Médico, tanto en la directiva nacional como el trabajo con los distintos departamentos, capítulos médicos y las directivas regionales, podemos avanzar para empezar a hacernos cargo de este tema.

 

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