GACETA FALMED. Edición Abril 2021. "Por un parto con enfoque de derechos"
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Las menciones al parto respetado en la prensa escrita o televisión son de reciente data. El interés de los medios despertó casi en paralelo a la visibilización de las demandas del movimiento feminista, y hoy vemos, a menudo, la aparición de relatos y testimonios de mujeres que han acusado tratos inhumanizados o violencia ginecológica, casos que incluso han estado asociados a denuncias por mal praxis médica.
Por Paulo Muñoz, periodista Falmed.
Desigualdad, discriminación, acoso laboral, sexual y parto deshumanizado son parte de la carga negativa que por años han sostenido las mujeres y, por consiguiente, la deuda histórica que nuestra sociedad tiene con ellas. Como lo menciona el estudio “Percepción de actores involucrados acerca del parto humanizado y la violencia obstétrica en Chile: una revisión panorámica”, de Anamaría Silva, Francisco Pantoja, Yoselyn Millón, Verónica Hidalgo, Jana Stojanova, Marcelo Arancibia, Cristian Papuzinski, Luna Sánchez y Michelle Campos; el movimiento feminista ha enarbolado la necesidad del parto respetado como una de sus demandas, y habla de violencia obstétrica (V.O) “cuando en la atención del proceso reproductivo no se consideran las necesidades biopsicosociales y la autonomía de la mujer, cuando se la maltrata y se interviene injustificadamente su cuerpo, entendiéndose como una forma de violencia de género”.
Los medios de comunicación no han estado ajenos a la invisibilización de las mujeres víctimas de V.O. Una revisión de contenidos en la prensa escrita, televisión y medios digitales dan cuenta que, hasta hace una década, el término violencia obstétrica prácticamente no tenía minutos en televisión, radio, ni líneas en las páginas de los medios de prensa tradicional. La compleja labor de visibilizar esta problemática ha ido cambiando en los últimos años, con la creciente aparición en medios de organizaciones como el Observatorio de Equidad de Género, el Observatorio de Violencia Obstétrica, la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento, la Corporación Miles, Chile de Pie, etc.
También ha sido fundamental la opinión de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, el Colegio de Matronas y Matrones de Chile y el propio Colegio Médico, a través de su Departamento Género y Salud. Sin duda, pusieron el tema sobre la mesa y abrieron el debate sobre malas prácticas durante la atención de partos. Un ejemplo de lo anterior, es la publicidad que hace menos de un mes, los medios de comunicación dieron a la Primera Encuesta Nacional Sobre Violencia Ginecológica y Obstétrica en Chile 2019–2020, realizada por la Colectiva Contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica, que reveló que 79% de las mujeres consultadas reconoció haber sufrido violencia obstétrica en sus partos. El mismo sondeo destacó que 42.8% de las consultadas fue criticada por el personal de salud al demostrar emociones, manifestaciones de dolor o llanto durante el proceso.
Al analizar el tratamiento que la prensa entrega a estos casos, encontramos testimonios y relatos de pacientes que se han sentido vulneradas, principalmente comentarios y opiniones del personal de salud que minimizan las conductas de las afectadas, se les hace sentir infantilizadas o se juzgan sus prácticas sexuales.
La reproducción de lo que los medios dan cuenta como denuncia van apoyados, principalmente, de las opiniones de voceros o representantes de Organizaciones No Gubernamentales que prestan asesorías a las denunciantes, como también de representantes civiles dedicadas a estos temas. No obstante, también encontramos que al momento de abordar en profundidad la problemática de la Violencia Obstétrica, y sus causas, los medios incluyen las opiniones de especialistas como por ejemplo algunos artículos citan declaraciones de gineco-obstetras como la profesora y directora de la Escuela de Obstetricia y Neonatología de la UDP, Marcela Puentes Rosales. También se recogen las declaraciones de representantes del Colegio de Matronas y Matrones.
Sus intervenciones intentan explicar o educar a la población sobre lo que debe entenderse por violencia obstétrica, también se da cuenta del trabajo educativo sobre la materia en las escuelas de medicina del país, y la necesidad de poner el acento en que el problema no es de la paciente, sino más bien cultural, y la forma en que la atención de salud ha sido entendida por años. La afectación del proceso de acompañamiento y del proceso de apego de la madre y su bebé también han sido prácticas asociadas a V.O, denunciadas en medios, y que aparecieron en algunas maternidades, principalmente en los primeros meses de la pandemia.
El interés mediático por estas denuncias también ha estado marcado por la vinculación entre violencia obstétrica y mal praxis médica. De esta forma, se ha hecho frecuente la aparición en medios de comunicación de casos que partieron como una relación de trato deshumanizado del personal de salud o procedimientos sin consentimiento, y que terminaron en casos de presunta negligencia por fallecimiento de la paciente o su bebé. En estas noticias también se destaca el rol de acompañamiento y apoyo legal que las afectadas o sus familias han recibido de organizaciones no gubernamentales. El tratamiento comunicacional de estos casos ha incluido una mirada al estado legislativo en que se encuentran distintos proyectos de ley que buscan sancionar estas prácticas asociadas a V.O. La última de estas iniciativas establece derechos en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto, aborto, salud ginecológica y sexual, y sanciona la violencia gineco-obstétrica. Sus autores son los diputados: Miguel Crispi, Maya Fernández, Karin Luck, Claudia Mix, Erika Olivera, Camila Rojas, Patricio Rosas, Marisela Santibáñez, Daniel Verdessi y Gael Yeomans.
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