GACETA FALMED. Edición Abril 2021. "Por un parto con enfoque de derechos"
Falmed a través de su GACETA quiso relevar una discusión respecto a cómo mejorar los tratos en la...
En Chile, existen casos emblemáticos en el cambio de prácticas cómo lo son el caso del Hospital de Arauco y Cañete donde hubo una instalación paulatina con énfasis en la modificación de prácticas, utilizando la infraestructura existente y sin necesidad de grandes reformas al espacio ni uso de gran cantidad de nuevos recursos
Por Dra. Valentina Pantoja de Prada, presidenta del Departamento género y Salud del Colegio Médico de Chile.
Nacer es más que solo el episodio culmine de un proceso de gestación; es uno de los momentos más álgidos y determinantes del ciclo vital de toda persona. Razón por la cual, se estima que tanto el período previo como el inmediatamente posterior son decisivos para el desarrollo futuro de todas nuestras dimensiones humanas.
Es por ello, que el nacimiento -y la atención del parto propiamente tal- revisten una profunda importancia para todos los países, quienes deben velar por reformular permanentemente políticas públicas desde nuevos modelos de atención con el fin de resguardar tanto a quién nace cómo a quién ha parido. Estos nuevos modelos de atención, cuando son adecuados, buscan acogerse bajo las normativas de los derechos humanos universales. Pero cuando esto no ocurre, se puede decir que con seguridad se cometerán vulneraciones a la dignidad a través de la violencia obstétrica.
Desde la bioética, se ha observado que uno de los aspectos que influye en la atención sanitaria, es la comunicación que se establece entre los/as profesionales y usuarios/as del sistema de salud. Sin embargo, bajo el principio de autonomía el establecer una adecuada comunicación médico-paciente es insuficiente para humanizar la atención ya que no es lo mismo entregar información que fomentar la participación en las decisiones a pacientes con capacidad para ello.
Con el propósito de lograr atenciones humanizadas en los servicios sanitarios -desde la autonomía y otros principios éticos- algunos países y organismos estatales, han planteado diversas normativas, documentos, estrategias, guías y protocolos de asistencia clínica en los diferentes hospitales o áreas de salud. Tal es el caso del hospital de Rocha en Uruguay que desarrolló el 2014 una estrategia de trabajo en conjunto con la Red de Obstetricia de Suiza, donde se consideró la posición del parto electiva. Con este cambio, el 90% de los partos fueron escogidos en posición vertical y con libertad de movimientos, técnica que cuenta con la gravedad a su favor. Gracias a éste y otros cambios en la capacitación hubo una reducción de cesáreas significativas de 50% a 23%, según datos de ASSE[1].
En Chile, existen casos emblemáticos en el cambio de prácticas cómo lo son el caso del Hospital de Arauco y Cañete donde hubo una instalación paulatina con énfasis en la modificación de prácticas, utilizando la infraestructura existente y sin necesidad de grandes reformas al espacio ni uso de gran cantidad de nuevos recursos. El enfoque fue el realizar cambios concretos en el modelo, sobretodo en la reducción de prácticas no justificadas como el enema y rasurado de vello púbico. Tenemos también la experiencia del Hospital de Villarrica que generó un espacio propicio para el apego inmediato. Otra iniciativa asociada al respeto de las culturas y el parto humanizado es la que levantó el Hospital de Puerto Octay el 2017 en la cual, junto a familias williche, se definió la modalidad de parto intercultural con acompañamiento en el proceso de gestación, parto, nacimiento y puerperio.
Otras medidas que se acercan al parto humanizado y recomendadas por la OMS para quienes mantienen bajo riesgo son: La ingesta de líquidos y alimentos durante el trabajo de parto, las técnicas de relajación, el alivio del dolor dependiendo de las preferencias, el pinzamiento tardío del cordón umbilical para mejores resultados de salud y mantener al recién nacido sin complicaciones en contacto piel con piel con la persona gestante durante la primera hora después del nacimiento para prevenir la hipotermia y promover la lactancia.
Este tipo de prácticas aplicadas, son fruto del esfuerzo de capacitación de los equipos por escuchar las demandas de la comunidad y mejorar la satisfacción usuaria. Prácticas que también son fomentadas por organismos como la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), el Ministerio de Salud - a través de su programa Chile Crece Contigo- y el Colegio Médico de Chile.
Cómo médica que cree en la efectividad del trabajo interdisciplinario y en el reconocimiento de las distintas labores en salud, entiendo a la matronería cómo primera línea en el cuidado de este binomio. Es en esta dirección que la Confederación Internacional de Matronas son quienes mejor retratan la preocupación de introducir protocolos inapropiados y perjudiciales para la gestión de la atención del embarazo, el parto y el posparto. En su documento oficial “Los derechos de la mujer en el parto deben mantenerse durante la pandemia del Coronavirus” la organización entrega orientaciones específicas para lograr una atención de parto con enfoque de derechos, aun en pandemia. Entre ellas se pueden recalcar que el evitar intervenciones médicas de rutina como la inducción del parto, la cesárea y los fórceps, siempre que no exista una indicación obstétrica, reduce la probabilidad de complicaciones, la duración de la estancia hospitalaria y la carga de personal en los hospitales. Así mismo permitir el acompañamiento significativo (considerado en contingencia sanitaria de solo 1 persona sana manteniendo las precauciones) acorta el trabajo de parto y disminuye los partos por cesárea.
Gracias a estas medidas, entendidas dentro del modelo de atención del parto con enfoque de derechos, el proceso quedaría íntimamente relacionado con la experiencia de parto positiva, aumentando el nivel de satisfacción y ayudando a que este proceso fisiológico sea comprendido desde una esfera integral y a escala humana.
Bajo la mirada salubrista se fomenta la capacitación y la utilización de estrategia del equipo para dar una prestación en salud adecuada que logre permear la humanización del parto no solo desde sus protocolos sino también desde su estructura organizacional. Tal cómo lo refiere la Pdta del Comité de DHH, Refugiados y violencia contra las mujeres de la FIGO, la Prof. Kristina Gemzell-Danielsson, debe haber una necesidad de mantener un modelo de capacitación continua y eficiente de tareas. La sensibilización, capacitación y pasantías permiten la asignación óptima de los recursos de atención en salud y alienta el trabajo en equipo hacia el objetivo compartido: un parto seguro.
Si bien, aún el nacimiento en Chile ocurre en el contexto de la ciencia médica occidental, donde quien da a luz entra en un espacio ajeno (en el cual debe subordinarse a la autoridad sanitaria y cumplir las normas hospitalarias) el proceso en pos de un parto respetado ha parecido avanzar lentamente para abordar la violencia obstétrica que aún persiste en los distintos gremios de la salud. Debemos lograr mejorar las condiciones cómo agentes de apoyo al proceso, con capacitación continua bajo el lineamiento de que quién pare es protagonista, y es quién debe liderar el proceso del nacimiento.
1] Administración de los servicios de salud del estado de Uruguay.
Referencia
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