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Apuntes sobre el debate de la atención del parto

Existen diferentes interpretaciones para un fenómeno, que por distintas razones hoy exige tomarlo con responsabilidad y sobre todo, con capacidad de construir consenso, para buscar propuestas comunes entre todos/as.

Por Dr. Jorge Lastra, Director del Área de Docencia de Falmed.

Por distintas razones, la atención del parto ha estado presente en la agenda en los últimos tiempos, entre ellas está la reciente puesta en discusión de un proyecto de ley que “Establece derechos en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto, aborto, salud ginecológica y sexual, y sanciona la violencia gíneco-obstétrica”[1]; que se encuentra en su primer trámite constitucional.

El proyecto en cuestión, en los antecedenes, plantea algo que por cierto no es discutible, especialmente en estos tiempos donde la reivindicación de género se ha hecho presente con mucha legitimidad y fuerza y es que la “violencia hacia las mujeres debe ser erradicada en todas sus formas…”. 

Luego, hace la siguiente afirmación: “Por muchos años se mantuvo la idea que médicos(as) o el personal médico en general, como saben más que nosotras, tenían derecho a realizar procedimientos o tomar decisiones y procesos sobre nuestros cuerpos a procesos reproductivos sin considerar nuestra voluntad, …” Esta afirmación, por su parte, plantea una importante cuestión, que abre la necesidad de reflexionar de cómo ha sido la evolución de la atención del parto y cuáles han sido los procesos que han llevado a una situación como la actual, en que un grupo significativo y representativo, reclama la necesidad de una ley para proteger a las mujeres de la violencia en la atención del parto y el resguardo de sus derechos.

Esta reflexión tiene el valor de buscar caminos para disolver lo que se ha ido configurando como un conflicto y colisión de actores y comenzar una búsqueda de consenso y de evolución hacia una atención del parto que cuide los derechos de las mujeres, como lo define el objeto del proyecto de ley comentado: “Esta ley tiene como objeto regular, garantizar y promover los derechos de la mujer, del recién nacido y la pareja, en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto y aborto en las causales establecidas por la ley, así como también en torno a su salud ginecológica y sexual.”[2]

Crédito: www.camara.cl 

“Ciencia de hembra”

En los orígenes de las formas en como se desarrollaba el parto, primero en el mundo mapuche y luego, antes del desarrollo de la profesionalización de su atención, era un tema de mujeres. Entre las mapuches, como lo relatan los cronistas del siglo XVI y XVII, en la recolección de relatos que realizó Erika Zúñiga, antropóloga de la Universidad de Concepción: “En estado de una muger con dolores de parto, la echan fuera de la casa que vaya a parir junto al río, y son las mugeres tan fuertes y tan sin melindres, que nunca paren por antoxadisas, sino por trabajadoras y por cargar cargas pesadas. Y todos los días se han de ir a bañar antes de ver salir el sol. En pariendo se meten en el río y se laban muy bien y vañan a la criatura. Y se van a sus casas…”[3]

En La Colonia, el parto siguió como un asunto femenino, ya que la mujer era acompañada por otra mujer, experimentada y versada, la que cumplía el rol de “comadrona”. Como lo refiere el libro “Los médicos de antaño”: “No obstante, la existencia de estas instituciones de salud, extendida durante el siglo XIX, en los campos y también en la ciudad, la población recurría a la medicina natural y tradicional. Si bien entre los oficios médicos admitidos por la legislación indiana se consideraba la labor de las mujeres como parteras y enfermeras,… En el mundo rural la mujer que conocía de plantas medicinales oficiaba también de partera,… .”[4]

Esta condición de “ciencia de hembra” como lo denomina la historiadora María Soledad Zárate[5], permanece hasta cuando surgió en la medicina, la ciencia obstétrica, especialmente asociada a dar respuesta técnica a los partos que se complicaban, por problemas de útero, pélvis, infecciones o alteraciones en la posición del feto. En Chile, esta profesionalización del parto se produce por la llegada al país de la acumulación de conocimientos y prácticas de Europa en las distintas áreas de la atención obstétrica, maniobras, uso de equipos diagnósticos, anestesia, asepcia y antisepsia y los manejos médicos de las enfermedades intercurrentes del embarazo y el parto.[6]

El impacto de este proceso en la reducción de la mortalidad de las madres, la mejoría en la calidad de la atención del parto y el aumento de la sobrevida del recién nacido, consolidaron la posición de la medicina sobre el embarazo y el parto, hasta transformar este modelo de atención en una política pública institucionalizada en el Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, el desarrollo de la sociedad, el avance en términos de derechos por parte de distintos grupos, el reconocimiento creciente por parte de las instituciones del derecho a la autonomía de los pacientes, como lo reconoce la Ley de Derechos y Deberes (Ley 20.584), la aparición de cuestionamientos al trato, ha planteado nuevos y más complejos desafíos. Estos dicen relación con algunos aspectos del actuar profesional y técnico en el parto, que han generado insatisfacción, reclamos y demandas. Estos nuevos desafíos son los que llaman a mirar la experiencia, valorar los logros y definir nuevas acciones que den cuenta de estos cuestionamieno al modelo.[7]

Parte de la respuesta a estos desafíos son una serie de cambios que se han ido introduciendo en los manuales de procedimientos oficiales o en la incorporación dentro del régimen de garantía explícitas, para una mejor atención del parto; pero los resultados de estudios y la opinión pública siguen evidenciando tareas pendientes en esta materia. Quizás, lo que señala el Dr. Sedano, es un ejemplo del tipo de reflexión que urge realizar: “Desde el ayer, sin conocimiento y sin asistencia profesional del parto, evolucionamos  hacia una Medicina Paternalista que hoy se resiste obstinadamente a morir y estamos en busca de dar paso a una con reconocimiento del paciente, quien informado, pueda hacer uso de su autonomía y así decidir lo que es mejor para él.”[8]

Y es cierto lo que afirma el Dr. Sedano, puesto que a pesar de los manuales y nuevas intervenciones, como el fomento del apego, el acompañamiento de un alguien significativo en el pre y el parto, ciertas acciones como la depilación del vello púbico, la inducción del expulsivo o la rotura de membranas, de acuerdo a un estudio realizado por la Escuela de Obstetricia de la Universidad de Chile del año 2016[9] sobre la implementación del protocolo del Ministerio de Salud en distintos hospitales, muestra resultados lejos de ser óptimos en el cumplimiento de las indicaciones se encuentran en ese documento.

Por esta razón, resulta indispensable identificar cuáles son los procesos que han sido parte en la construcción de este modelo, para que una vez identificados sean considerados a la hora de definir nuevos programas y nuevas perspectivas. Partiendo del reconocimiento de los aportes en la salud materno infantil de un modelo que requiere ajustes, pero sin perder el reconocimiento de esos aportes.

Crédito: IPSUSS

Reflexiones en torno a un nuevo modelo

Lo primero, es que las prácticas ancestrales debieran rescatar el valor de la relación entre pares, que tuvo alguna vez la práctica de la atención del parto y que como señala Zárate, es importante por el contexto que crea como espacio significativo: “Lo importante es que estos corpus cognitivos no sólo estaban asociados a la feminidad por ser practicados por mujeres, sino porque sus fines estaban dirigidos a favorecer la vida familiar y la maternidad, espacios que eran preocupación y responsabilidad de las mujeres, todas connotaciones que reforzaban la identificación de una ciencia con apellido genérico: ciencia de mujeres, ciencia femenina.”[10]

La otra cuestión que ha estado en la discusión es el carácter medicalizado que se ha instalado en el parto, que como ya se ha dicho, tuvo sentido en términos de seguridad técnica ante riesgos de una complicación, pero que la extensión hasta transformar el total de los partos como objeto de control a través de prácticas de hospitales, como ocurre con la población enferma; que además, se han institucionalizadas por los estados, por criterios válidos social y poblacionalmente, pero que desprenden al acto de dar a luz, del significado humano trascendente, al aislar a las madres de su espacio de construcción de sentido.[11]

Existen otras posiciones que destacan además, que el proceso de profesionalización tuvo un claro componente de género, privilegiando el conocimiento científico asociado a la masculinidad en detrimento de un oficio popular practicado por mujeres, lo que hace que el debate también tenga un componente de reivindicación de género. En síntesis, existen diferentes interpretaciones para un fenómeno, que por distintas razones hoy exige tomarlo con responsabilidad y sobre todo, con capacidad de construir consenso, para buscar propuestas comunes entre todos/as, partiendo de la base de que todos/as los/as actores involucrados, médicos y médicas, matronas, técnicos/as, mujeres, grupos feministas, parlamentarias/os, ministerios, etc, todos/as están empeñados en seguir aumentando la calidad de vida y el trabajo asistencial, ajustado a los tiempos y los derechos.

Por esto, queremos destacar un trabajo que recoge las opiniones de diferentes tipos de actores, que después de recoger sus opiniones, valoran el amplio espacio de consenso que es posible construir alianzas, para alcanzar mejoras en “la calidad de la atención del parto, la búsqueda de la satisfacción usuaria y la necesidad del sector público de generar condiciones para avanzar en la implementación efectiva del nuevo modelo propuesto.” A partir de la identificación de estos acuerdos, la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología propone abordar el tema y desarrollar medidas correctivas y lo mismo ha hecho el Colegio de Matronas y Matrones de Chile que ha relevado la atención personalizada del parto en su agenda pública.[12]

Los principales puntos de acuerdo que destaca este trabajo y que se desea rescatar en este trabajo:

  • Definir estándares especifíos de calidad de la atención del parto.
  • Preocuparse también por el bienestar maternal y la satisfacción usuaria.
  • Desarrollar un plan de parto desde el nivel primario de atención.
  • Innovación en currículo académico de escuelas de medicina y obstetricia (matronería).
  • Investigación en tipo de parto y modelos de atención.
  • Información y educación de la mujer, la pareja y la familia en la materia.

[1] Boletín 12148-11, Mocion Cámara de Diputados, período legislativo 2018-2022

[2] Op. Cit.

[3] Diego Rosales, en Erika Zuñiga, 1976, Vision etno histórica de los Mapuches (Estudio Basado en Fuentes Documentales de los Siglos XVI y XVII), Tesis de Antropología, Universidad de Concepción, pp. 283.

[4] Vicuña M. Benjamín, Los médicos de antaño en el reino de Chile, Editorial Ercilla, Santiago, 1932, p. 35

[5] Maria Soledad Zárate, Dar a luz en Chile, siglo XIX. De la “ciencia de la hembra” a la ciencia obstétrica, Ediciones universidad Alberto Hurtado, Chile, 2008.

[6] Dr. Manuel Sedano y cols. Reseña histórica e hitos de la obstetricia, Rev. Med. Clin. Condes, 2014; 25(6) 866-873]

[7] Ver Comisión Nacional de Derechos Humanos, Violencia Obstétrica y derechos humanos, pp: 229 -250, en Informe de Derechos año 2016.

[8] Dr. Manuel Sedano y cols., op. cit.

[9] Binfa, L., Pantoja, L., Ortiz, J., Gurovich, M., Cavada, G., & Foster, J. (2016). Assessment of the implementation of the model of integrated and humanised midwifery health service in Chile. Midwifery, 53-61.

[10] Zárate C. María Soledad, op. cit.

[11] SIBRIAN, Nairbis (2016) “El proceso de medicalización del embarazo en Chile: Siglos de posicionamiento y legitimación discursiva” en Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad - RELACES, N°21. Año 8. Agosto 2016-Noviembre 2016. Córdoba. ISSN 18528759. pp. 25-36. Disponible en: http://www.relaces.com.ar/index.php/ relaces/article/view/414. Pp. 34 – 35.

[12] Ana María Silva, Percepción de actores involucrados acerca del parto humanizado y la violencia obstétrica en Chile: una revisión panorámica, Medwave 2020;20(9):e8047 Doi 10.5867/medwave.2020.09.8047.

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